Jorge Bela, Gestor Comunitario de Cali
Los fuertes movimientos migratorios del campo a la ciudad que han tenido lugar en toda Latinoamérica se han visto acentuados en Colombia por la emigración forzosa que han generado los conflictos armados. En Cali, la población pasó de unos 280.000 habitantes en 1950 a unos 2.300.000 en 2013, según datos del DANE. La mayor parte de los considerables flujos migratorios que reflejan estos datos tienen un origen rural. Los sentimientos y tradiciones comunitarias que unían a estos emigrantes en sus lugares de procedencia se difuminan considerablemente a su llegada a las grandes ciudades, pero no desaparecen del todo: se ven sustituidos por lazos de solidaridad por parte de personas, generalmente de su entorno familiar, que habiendo llegado con anterioridad tienen un mayor arraigo. Estas relaciones de solidaridad se extienden especialmente en el ámbito de la búsqueda de vivienda y de trabajo.
La llegada a las zonas urbanas trae consigo necesariamente un impacto en los emigrantes, que deben adaptarse al nuevo entorno. Sin embargo, es importante destacar que los recién llegados también ejercen una influencia significativa en las ciudades en las que se establecen. En paralelo a las complejas consecuencias económicas y sociales del movimiento migratorio, éste también tiene un significativo impacto cultural. Las estrechas relaciones de solidaridad que forman entre los emigrantes son, precisamente, un claro ejemplo de este tipo de impactos. Constituyen un ámbito en el que perviven costumbres y tradiciones culturales, que facilitan la supervivencia y el arraigo en circunstancias a menudo muy adversas. En ocasiones, estas costumbres de origen rural pasan a formar parte del patrimonio común de las ciudades, que acaban por aceptarlas como propias. Este es el caso de las mingas en Cali.
Minga es una palabra de origen quechua y que se refiere a una reunión de un colectivo para hacer un trabajo gratuito en común. De fuerte arraigo entre las comunidades indígenas y afrodescendientes del Valle del Cauca, se mantuvo como forma de ayuda mutua entre las redes informales de emigrantes de Cali. En el año 2012, la Alcaldía de Cali lanzó el programa Minga al Parque. Mediante este programa se atendió la demanda de las comunidades de que se repararan parques en las comunas que habían caído en un estado de deterioro hasta el punto de estar inutilizables. Con un presupuesto de 50 millones COP, administrados por la Secretaría de Deporte y Recreación, y con la colaboración de la Fundación Iberoamericana Al Arte (Fundiberarte) se intervino en siete parques, recuperándolos para su utilización por parte de las comunidades. Una media de 30 voluntarios participaron en esta innovadora forma de colaboración entre la ciudadanía y el gobierno municipal.
De esta forma una institución de origen rural y tradicional, como es la minga, encontró una expresión urbana e innovadora en Cali, para beneficio de las comunidades. Minga al Parque ha tenido continuidad con iniciativas como Minga al Río, organizada por colectivos privados, en los que se movilizaron voluntarios para embellecer zonas cercanas al río de cara a los Juegos Mundiales celebrados en Cali a mediados de este año.
Foto: Fundiberarte
Jorge Bela, Cali Community Manager
The huge migration from rural to urban areas that took place in Latin America during the last few decades was made even more significant in Colombia by the forced migrations caused by successive armed conflicts. In Cali, the population went from 280,000 in 1950 to 2,300,000 in 2013. As in the rest of the region, most of this massive increase in population was due to migration from rural areas. While the traditional links that glue together rural communities tend to weaken when immigrants reach the urban setting, they do not completely disappear. They are, in part, replaced by new solidarity networks, formed primarily by members of extended families who had arrived earlier and are able to provide support to the newcomers. Primarily, these networks provide assistance with housing and employment, the two most urgent needs they face.
Cities soon impose new customs and ways of doing things on rural settlers, who face great pressure to adapt as quickly as possible. Nevertheless, newcomers also have a significant impact on the cities they move into. In addition to the complex economic and social consequences of the arrival of large numbers of people, immigrants also leave a cultural imprint. The close-knit solidarity networks create a framework for survival and adaptation under difficult circumstances, but they also provide an environment in which rural customs and traditions can subsist. At times, some of these customs and traditions are ultimately adopted by the host cities as their own. Such is the case of the minga in Cali.
Minga is a term of Quechua origin. It refers to collective work voluntarily performed by members of the community for a common good. With a strong traditional use in the indigenous and Afro-descendant communities in the Valle del Cauca, it was kept alive as a means of mutual help within the immigrant communities in Cali. In 2012, the Cali city government noticed this traditional practice when some communities demanded the repair of local parks, which had fallen into decay to the point of being unusable. In order to meet this demand, the city government created the program Minga al Parque. The program had a budget of 50 million COP (about $25,000) and sought to mobilize the communities and some private NGOs, such as Fundacion Iberoamericana Al Arte (Fundiberarte). Seven parks were repaired and decorated, with an average of 30 volunteers for each step.
The relatively small budget was the seed for an innovative form of collaboration between the municipal government, the communities, and local NGOs. Minga, a traditional and rural institution, found a new incarnation in a city as large as Cali, with a beneficial impact not only for the communities where it was kept alive, but for the city as a whole. Minga al Parque has been followed by Minga al Rio, sponsored by NGOs, to mobilize volunteers to clean the areas near the Cali River for the World Games held in Cali earlier this year.
Foto: Fundiberarte