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Jorge Bela, Gestor Comunitario de Bogotá

La situación de los habitantes de la calle se considera como uno de los problemas más complicados de resolver en las grandes ciudades latinoamericanas. Según un censo elaborado en 2011 por la Secretaría de Integración Social (SIS), en Bogotá se identificaron 8.385 habitantes de calle, un 86.9 por ciento de los cuales son hombres, y el 8.4 por ciento son menores de 18 años. El 17.9 por ciento son jóvenes entre 19 y 25 años, y el 38.9 por ciento son adultos entre 26 y 40 , quedando un 32 por ciento, de adultos mayores. Otro dato interesante de este sondeo es que el 58 por ciento se dedica a la recolección de objetos de reciclaje, el 34 por ciento a mendigar, el 28 por ciento a servicios no cualificados y el 10.7 por ciento a delinquir. Aunque es posible que estas cifras no recojan el número total de habitantes de la calle, quizá en una proporción considerable, sí que son reveladores en su estructura demográfica y en sus ocupaciones.

Existe una vinculación estrecha entre trastornos mentales, consumo de estupefacientes y los habitantes de la calle. Según el estudio de la SIS, en Bogotá el 68.1 por ciento consumen bazuco y el 80.5 por ciento de ellos lo hace todos los días. Además, el 64.6 por ciento consumen marihuana, el 63 por ciento de estos de forma diaria. Aunque la Secretaría de Salud de Bogotá reduce la incidencia de este tipo de problemas al 30 por ciento, y es muy difícil establecer una cifra exacta, es sin duda demasiado elevada. La falta de acceso a los sistemas de prevención y tratamiento agrava aún más los problemas de los habitantes de la calle, que se ven forzados a acudir a las salas de emergencia en momentos de crisis, poniendo una fuerte sobrecarga en estas salas, que en todo caso no están preparadas para solventar los problemas de fondo de este colectivo.

Por todo ello cabe destacar un programa lanzado por la Secretaría de Salud de Bogotá, que busca crear 130 camas adicionales, repartidas en cuatro centros en distintos puntos de la ciudad, y destinadas a atender a personas con problemas de salud mental y derivados del consumo de estupefacientes, en especial a los habitantes de la calle. El plan prevé también la creación de un nuevo centro de salud dedicado específicamente a los jóvenes con estos problemas, entre los que se ha detectado un alarmante aumento del nivel de suicidios. La Alcaldía busca con este reforzamiento especializado combatir y prevenir problemas de salud mental, al tiempo que se contribuye a liberar la presión a la que, por diferentes motivos, están sujetas las salas de emergencia de Bogotá.

Hasta ahora se han abierto 30 camas, de las 50 previstas para este centro, en la clínica Fray Bartolomé de las Casas; 12 camas en el Hospital San Blas; y una unidad móvil destinada a jóvenes y adolescentes. Otras iniciativas están en marcha. Con las primeras camas abiertas en 2013, es aún muy temprano para evaluar el resultado de este proyecto, y si en efecto se consigue llegar a los habitantes de la calle. En todo caso, es una orientación adecuada el dedicar recursos para la prevención y el tratamiento de los problemas de salud mental de los habitantes de la calle, en vez de dejar que estos se acaben por resolver en las salas de emergencia, con un coste superior y una efectividad mucho menor.

Jorge Bela, Bogotá Community Manager

Homelessness is one of the most complex and difficult to address problems in all large Latin American cities. A census led in 2011 by the Secretaría de Integración Social (SIS), found 8,385 homeless people in Bogotá. Of those, 86 percent were male. 8.4 percent were under 18 years old, 17.9 percent between 19 and 25, 38 percent between 26 and 40, and 32 percent were older than 40. As for their occupation, 58 percent were garbage recyclers, 34 percent begged, and 10.7 percent stole and robbed as a form of living. Although it is almost certain that this survey did not register much of the homeless population, it is still quite revealing regarding the population’s demographics and occupation.

There is a close link between mental disease, drug abuse, chronic illness. and homelessness. The SIS study found that 68.1 percent of homeless in Bogotá use bazuco (similar to crack). Of those, 80.5 percent use it on a daily basis. Furthermore, 64.6 percent smoke marijuana, 63 percent of those on a daily basis. It is very difficult to establish a precise rate of drug abuse (the Secretaría de la Salud de Bogotá estimate sets it at 30 percent), but it is dramatically higher than in the general population, and constitutes a major problem for the homeless population. Lack of access to treatment and prevention aggravates the situation, as the homeless often get treated only in emergency rooms during acute crises. This is far from desirable, as emergency rooms in Bogotá are operating beyond full capacity, and are not prepared to treat the underlying problems, only to mitigate the effects of the crisis.

In order to tackle these problems the Secretaría de Salud de Bogotá has launched a program to create 130 new hospital beds, distributed in four health centers around the city. These beds are specifically targeted to treat mental health and drug abuse patients, specifically the homeless. The program also includes the creation of a new health center reserved for treatment of young patients, as suicide rates within this population have risen abruptly in the past few years. This program, launched by the City Government in 2012, seeks to better treat and prevent mental health problems, while at the same time improving the overcrowding in the emergency rooms.

To date, 42 hospital beds (30 at the Fray Bartolomé de las Casas clinic, and 12 at the Hospital de San Blas) have been put into place, as well as a mobile unit to treat young patients. It is still too soon to evaluate this program (the first beds were only put into service in 2013). Also, the homeless are often difficult to convince to seek treatment, so it will be necessary to monitor whether they use the new facilities. Nevertheless, it is good policy to use resources to treat and prevent mental health problems in the homeless population, instead of letting these problems end up in emergency rooms, where the costs are much higher and the treatment less apt.